viernes, 5 de febrero de 2010

El silencio Nocturno de Los Mall del Mal

Días Atrás, Me dirigí al cine a Ver Sherlock Holmes, al Showcase del Mall Arauco Maipú, ahora llamado cine Hoyts, como soy maniático me fui caminando, quince minutos para las veinte y dos horas comenzaba dicha película subtitulada, mi casa de Maipú queda relativamente cerca del cine, alrededor de treinta minutos, camino al mall el ímpetu consumista y el stress urbano con su vida ajetreada llena de bulla el ambiente, contaminándolo. Mientras caminaba el breve trayecto me di cuenta que era el único relajado, gente estresada por comprar en el Santa Isabel de la esquina se moviliza, otros impacientes por llegar a sus casas o salir de ellas valga que pueda ser ambas ¿porque no? Pase por una plaza muy bella rodeada de calles de nombres de pintores y se veían unos niños jugar, pero sin alegría alguna, el comienzo del oscurecer los tenia con caras serias al igual que el resto de la muchedumbre, como si dentro de poco tuvieran que irse a comer. Seguí mi marcha, al entrar al Templo de la perdición llamado mall (o en español como debería ser a raíz de sus efectos, mal) veo unas filas de hormigas desordenadas. Entre pisos brillantes impuestos por la moda, solo pensaba en el antiguo piso de madera, tan nostálgico y bello, que solo quedaban unas pocas tablas a la entrada del cine pero que ya están al parecer prontas a desaparecer por lo que vi mas adelante. Los ejércitos de hormigas que solo miran vitrinas como cuando los indígenas vieron por primera ves un espejos, parecían embobados por cuanta tontera genera el mercado sin ponerse a pensar ni en estética ni en utilidad, solo ganas de comprar aunque sea inútil y absurdo hacerlo.
Seguí en medio de las hordas del vacío y llegue al cine para ver, como ahora en un cine se podía dar plata para los niños de UNICEF al comprar la entrada, obviamente había un marcador de la plata donada, lo irónico es que salía una cifra en pesos impar con sus últimos dígitos no terminados en 00. Ósea una cifra inventada para variar, de los 200 que eventualmente donas no puedes saber cuanto llega y si es que llega a una noble causa, al igual que en supermercados. Luego me entretuve observando los próximos estrenos.
Una vez vista la película comencé a retirarme, la entrada por el mal estaba cerrada y solo quedaba salir por la salida hacia los estacionamientos, cuanto silencio se sentía en aquel, lugar, una vez que sonó el toque de queda impuesto por la hora, todo el bullicio se esfumo y el lugar se volvía como un cementerio donde quedo plasmado un ímpetu vacío, sin carga ni nada, era entre placentero y deprimente. Iluminación ad hoc y el silencio perfecto para escribirse bellas historias de amor o los poemas mas calmos de una lira, Salí por la salida de vehículos única abierta dicha hora y camine por Américo Vespucio, ahí escuche leves sonidos de autos al pasar, pero nada comparado con el bullicio diario de cualquier otro momento. A las veinte y tres horas había muerto el mundo de la bulla en dicho sector, camine hacia mi casa por el mismo camino de ida, pero ahora no había ni malas caras ni bulla ni gente, todo lo cercano a un mall era un cementerio, nuestro mall mato la bulla cotidiana, estos sectores se volvían tan calmos que podíamos escuchar un respirar, en esta calma y el cementerio tal, cualquier robo podría quedar impune pues es un cementerio sin centinelas, cada cual en su casa contribuyendo al silencio, como muertos en sus tumbas no saldrían ni aunque las estrellas cayeran a rogarles vida a sus pies, capas solo un fuego impune podría revivir a dichos muertos del espacio. Cuán solitarias se vuelven estas calles que en ella podemos crear millones de alegorías al silencio. En conclusión si quieren encontrar su paz interior visiten el templo cuando esta cerrado o estén en las tumbas de su alrededor capas ahí encuentren el silencio tan deseado en esta bulliciosa ciudad.

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